La odisea de Juan Retamal: “Estuve arriba, con tata Dios y el Satanás”
Hace exactamente tres años, Juan Retamal Henríquez, era diagnosticado de COVID 19. Para entonces el confinamiento ya era obligatorio en toda la Región Metropolitana, el temor y el desconocimiento estaba presente, así como el aumento del virus en el mundo. Tras una larga batalla contra la enfermedad, hoy sus amigos del SAMU lo llaman Juanito El Guerrero, Lázaro, Duro de Matar, tras seis meses de hospitalización y el recuerdo aún presente de aquellos días.
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El segundo piso de la Base 33-35 del Hospital Barros Luco, en un gesto de respeto, Juan avisa a sus compañeros que se encontraban en ese momento en el comedor y los que salían de las residencias, que será entrevistado, como también a su jefatura, puesto que debe volver lo antes posible a la Base de la Posta Central, a buscar unos insumos que serían entregados por el equipo de Logística y Distribución. Juan lleva casi 11 turnos desde que regresó al SAMU Metropolitano, sin embargo, lleva más de treinta años al servicio de la institución. Dice que siempre le gustaron las ambulancias, lo relacionado a las emergencias y, por cierto, ayudar a las personas.
-Era entonces 1993, cuando Juan llega al SAMU. En su primer día le señalaron que debía usar una camisa blanca y un pantalón blanco. Dice que sólo se pudo comprar la camisa blanca, con la cual cubrió sus primeros turnos.
-Tiene el recuerdo de un buen recibimiento por sus pares, le tocó trabajar justamente en el patio de ambulancias de la Posta Central desde donde salió el primer día a la calle. Desconocía totalmente lo que había que hacer, pero eso nunca fue un impedimento para él.
-Juan Retamal Henríquez nació en Santiago en febrero de 1960. Tiene recuerdos de una infancia difícil, de mucho esfuerzo y trabajo a temprana edad, donde sin saberlo, forjó su carácter y su espíritu de sobrevivencia. Hoy Juan tiene seis hijos, una compañera y dos perritos que lo acompañan, el viejito Roco y Sofia.
-Juan, su salud estuvo muy afectada hace un tiempo, ¿en qué estaba su vida antes del COVID?
-Yo soy bien trabajólico, en mis días libres también trabajo, entonces, aparte de hacer mis turnos en la ambulancia, estaba trabajando en mi autito, en mi taxi. Recuerdo que ya estaba pasando lo del estallido social y comenzó lo del COVID, y dentro del primer grupo de contagiados caí yo, uno de los primeros en la RM.
-Juan dice que se encontraba haciendo un turno de 48 horas que le pidió un compañero, además del suyo. Fue en ese turno que comenzó a sentirse mal.
-Le comenté a mi colega de entonces que no me sentía bien, que me iba acostar, que a lo mejor era producto de la trasnochada. Me duché, tomé un café, me fui a la cama por si se me pasaba, pero fui empeorando hasta la salida. Fui a sacar la máquina del aparcadero y no fui capaz. Le avisé a mi compañera que no me sentía bien, que no podía manejar. Volví a meter la máquina al aparcadero, nos bajamos del móvil y ella fue a dar aviso a la jefatura de turno.
-Me fui a la urgencia del Hospital Sotero del Río, luego de 4 a 5 horas me llamaron, me hicieron el examen y me mandaron para la casa, siete días con licencia inicialmente, por todos los síntomas que presentaba, probablemente estaría infectado, que tenía que irme a casa, aislarme y apartar todas las cosas para no contagiar a mi familia.
-Pasaron tres días, me llamaron como a las 5 de la mañana para decirme que el resultado había salido positivo COVID. Ese mismo día me fueron a buscar para llevarme al hotel sanitario, donde pasé hambre y frio, donde tuve que sacar agua caliente de la ducha para tomarme un café.
-Le informé a unas compañeras del SAMU lo que me estaba pasando, al tercer día me llaman para comunicar que me llevarían a la Posta Central.
-Ya en la Posta dejé mis cositas y mi bolso. Cuando me piden mis datos para hacer el ingreso, le dije a la persona que yo no iba a seguir.
-Pero ¿qué te pasó?, me dice el funcionario. Yo le digo, cagué, me voy de tubo. Tengo el recuerdo de haberlo dicho como tres veces que me iba de tubo… desperté a los dos meses con 20 días (algo así), entubado, amarrado, sintiendo que me perdí de todo.
-Empecé a hacer memoria de dónde estoy, quién soy, desconociendo todo. Estuve en la UCI, en la UTI, me trasladaron de hospital, hasta llegar a una sala común en el San Borja, donde vi morir a muchos compañeros en la habitación, al de frente, al lado, todos los días, quedaba solo en la sala, volvían más pacientes y luego fallecían, y yo a ahí, dando la pelea, dando la pelea.
-Juan estuvo 6 meses y medio hospitalizado. Salió con una UPP (úlceras por presión) en la zona sacra, con una mano en garra, traqueteomizado, con diversas cicatrices y marcas producto de lo innumerables procedimientos a los que tuvo que ser sometido y las invasivas medidas terapéuticas.
-Pesaba 103 y salí del hospital con 42.600 gr., parecía cualquier cosa menos un ser humano. Tengo registro y marcas de toda la odisea que pasé, este tajo que tengo debajo de la garganta, la cicatriz en la nariz que me quedó casi pegada a la oreja, otro tajo en la cabeza. Hace un año más menos, me pusieron bajo la tetilla izquierda un tubo de drenaje, se les quedó un cuerpo extraño, así que me quedó otro tajo bien grandote. Salí bien aportillado.
-Hace una pausa “obligada” en la conversación, se emociona al volver a esos días y visualizar a ese Juan, guardado en su memoria y en las fotos de su celular. Suspira. Saca un pañuelo y aclara su garganta, y así, en medio de la nostalgia, continua su relato.
-Cuando empecé a pararme despacito, pensé que no iba a volver a caminar, pensé que iba a quedar inválido, pensaba también en la rehabilitación. Me cerraron la tráquea, estaba con una ortesis en la mano, estuve con muleta varios meses, después con un bastón, le puse harto ñeque con los profesionales que me atendieron. Mis colegas se han portaron un siete, me compraron traje clínico, colchón antiescaras, me abastecieron con pañales, le di las gracias a mis colegas del Sótero, todos preocupados por mí.
-¿Tuvo entonces el apoyo de sus compañeros SAMU?
-Mucho, mucho, mucho, de todos mis compañeros, de las distintas áreas. En toda esta odisea que pasé, hoy puedo decir que llevo 11 turnos, entre a trabajar y me dieron la posibilidad de volver a la camioneta, el director Julio Barreto, una excelente persona… (hace una pausa)
-La idea mía era jubilar o volver a la ambulancia, pero no se puede.
-Tuve todo el apoyo de mi familia en este largo proceso. Necesité mucha asistencia de mi pareja, ha sido una buena compañera, que te ayuden en todo a tus 62 años, para uno como varón (…) bueno, tengo que haber sido un buen compañero también.
-Recuerdo que me celebraron el cumpleaños un año después, cuando ya estaban permitidas las visitas, tengo fotos de esos días, que cuando las miro me entristece mucho, me emociona harto.
-Hoy me siento contento, orgulloso de hacer lo que hice, de mi familia, orgulloso de mis compañeros. Me ven ahora, me abrazan, me han puesto varios nombres, ahora último me pusieron Lázaro, los otros me pusieron Juanito El Guerrero, Milagroso, Duro de Matar, Highlander, y así po’, esa es la historia mía.
-¿Cómo fue su regreso al SAMU?
-Regresé un poco nervioso, lo tomé como si fuera una persona nueva, que llegaba recién a un trabajo nuevo, mi mente quedó buena, mis piernas ya respondieron al 100 por ciento, avanzando en mi recuperación de la mano. Ahora estoy en terapia sólo los jueves, y mientras trabajo, espero mi jubilación, no me gustaría, pero estoy próximo a cumplir los 64, me quería ir a los 65 para irme como honores, pero no se puede, esta difícil la cosa.
– ¿Usted cree que se irá sin honores?
-(Se emociona y toma aliento). Sólo puedo decir lo agradecido que estoy. Cuando empecé a tener razón del diario vivir, empecé a memorizar cosas y algunas que me costó superar, el pito de las máquinas que sonaban, la gente que gemía, que gritaban, los compañeros de sala, los muertitos, pero ya ha ido pasando, ha ido mermando con esto de volver al trabajo, ver a los compañeros y a los que dejé de ver por años, ahora me ven sorprendidos. Hoy día mismo fui a la central y me vio la Dra. Grove, no me había visto con el uniforme, quedo sorprendida. Y así muchas emociones hasta ahora.
-Hoy me ocupo más de disfrutar la vida, de pedir disculpas a las personas que pude haber hecho daño, corregir errores, mirar la vida con otros ojos, ser más sociable, oír a la gente que está con problemas o pasando por un momento difícil, siempre lo he hecho, pero ahora mucho más, darle más credibilidad a lo que está pasando en el diario vivir, no sólo preocuparme de la gente que está a mi alrededor, sino que también de los animalitos, soy muy amante de los perros.
La vida ahora
-Hoy veo la vida de otra forma, me gusta ayudar, no me gusta que la gente sea avasalladora o que se mire en menos a los otros, nunca me ha gustado, todos somos iguales, no hay nadie más que uno, independiente de la situación económica, del oficio o profesión que se tenga, todos somos iguales ante los ojos de Dios.
-Estoy agradecido de todos los rezos, las oraciones que hicieron hacia mi persona, de la religión que fuese, a quienes estuvieron preocupados por mí, llamando, consultando, hasta los retaron en la Posta Central porque fueron insistentes en preguntar cada rato. Bueno, a ese Juan que estuvo muy enfermo ya dejarlo, hoy doy vuelta la página con una nueva vida y con un proyecto por delante.
-Juan sale de la Base por unas fotografías, buscando la mejor toma entre la ambulancia y la camioneta del SAMU, entre la luz y la sombra. Se sube al vehículo y enciende el motor diciendo:
– Dios me ama mucho a mí, mucho, mucho, cuando me preguntan cómo me salvé, les digo que estuve arriba con tata Dios y con el Satanás, entre ellos se decían “llévatelo tú, llévatelo tú”, y así fue como me mandaron pa’ bajo y lo hecho pa’ la risa.
-Con toda seguridad, Juan avanza por Gran Avenida hacia el centro, contando varios de sus secretos. Se le ve sonriente, optimista, con muchas cosas por hacer, recuperando la vida y el tiempo arrebatado, junto a los suyos y los nuevos caminos que le quedan por recorrer en su regreso al SAMU.